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La babesiosis es la enfermedad clínica asociada a la infección por protozoos del género Babesia spp., que son parásitos sanguíneos transmitidos por garrapatas ixódidas. Entre otros mamíferos silvestres y domésticos, el ganado vacuno, los caballos, las ovejas y las cabras, los cerdos, los gatos y los perros son sensibles. Además, la babesiosis es una enfermedad zoonótica que afecta al ser humano. Esta enfermedad, que puede llegar a ser mortal, suele cursar con fiebre y hemólisis intravascular, la cual puede llevar a anemia, hemoglobinuria e ictericia. El diagnóstico se basa principalmente en la evaluación microscópica de frotis sanguíneos. Los tratamientos más comunes son el dipropionato de imidocarb y el aceturato de diminazeno. El control se realiza mediante quimioterapia, control de vectores y vacunación en algunos países.

Se han descrito casos de Babesia spp., en perros de la mayoría de las áreas geográficas. Estas incluyen B. canis, B. vogeli y B. rossi. La Babesia canis se transmite por garrapatas de la especie Dermacentor reticularis en Europa, la B. vogeli por Rhipicephalus sanguineus en países tropicales y subtropicales, y la B. rossi por Haemaphysalis elliptica en Sudáfrica. Las consecuencias de la babesiosis pueden variar desde una enfermedad leve transitoria hasta una enfermedad grave que produce la muerte rápidamente.

La Babesia gibsoni es otra Babesia importante en perros y se trata de un parásito mucho más pequeño. Tiene una distribución más limitada y, de manera característica, causa una enfermedad crónica con anemia progresiva grave que no puede tratarse con los productos habituales.

Se ha descrito una enfermedad de gravedad variable debida a B. felis en gatos domésticos en el sur de África, así como a B. leo y B. lengau y especies menos definidas. Se han descrito casos esporádicos asociados a otras especies de Babesia en otros lugares. Una manifestación inusual de B. felis es su falta de respuesta a los tratamientos normales.

La enfermedad de Lyme o borreliosis es una enfermedad bacteriana transmitida por garrapatas de animales (perros, caballos, y probablemente gatos) y de las personas. Muchas más especies de mamíferos y aves se infectan, pero no desarrollan signos clínicos evidentes. Esta enfermedad es endémica de las zonas templadas del hemisferio norte y se observa esporádicamente en Europa y Asia. Dentro de EE. UU., las áreas endémicas incluyen el nordeste (particularmente los estados de Nueva Inglaterra), el medio oeste superior y la costa del Pacífico. A nivel mundial, la incidencia de la Borreliosis está aumentando debido a la expansión del rango geográfico de las garrapatas vectoras.

El diagnóstico puede ser difícil, porque la mayoría de los animales no desarrollan la enfermedad clínica después de la infección. Los signos clínicos de la borreliosis se han documentado bien en perros, en los que la presentación característica incluye una cojera intermitente y cambiante. Los caballos afectados pueden presentar signos neurológicos, uveítis o linfoma cutáneo. Aunque se han descrito otros signos clínicos en caballos, como la cojera, todavía no se han relacionado de forma concluyente con la infección. Junto con la prevención, el diagnóstico precoz y el uso de antibióticos parecen ser importantes para el éxito del tratamiento.

La borreliosis está causada por una infección por el complejo de especies sensu lato de bacterias espiroquetas Borrelia burgdorferi. Dentro de este complejo, las siguientes especies de espiroquetas son causas bien establecidas de borreliosis en personas: B. burgdorferi sensu stricto (América del Norte, Europa), B. mayonii (América del Norte), B. afzelii (Europa, Asia), B. bavariensis (Europa, Asia) y B. garinii (Europa, Asia). La especie predominante responsable de la borreliosis en animales es B. burgdorferi sensu stricto (en adelante B. burgdorferi). No está claro si otras especies de Borrelia dentro del complejo sensu lato pueden causar borreliosis en animales. Las garrapatas vectoras de B. burgdorferi sensu lato son garrapatas Ixodes de cuerpo duro. En EE. UU., la Ixodes scapularis (coloquialmente conocida como garrapata del venado), es el vector predominante en el nordeste y medio oeste, mientras que Ixodes pacificus es el vector predominante en la costa del Pacífico. Ixodes ricinus e Ixodes persulcatus son los vectores principales en Europa y Asia.

La ehrlichiosis es una infección causada por bacterias intracelulares obligadas que afectan principalmente a las células del sistema inmunitario en perros, gatos y personas. En el pasado, los microorganismos causantes se clasificaban en el género Ehrlichia spp., por motivos morfológicos y ecológicos. Con los nuevos análisis genéticos, estos agentes se han reclasificado dentro del género Ehrlichia spp., Anaplasma spp., y Neorickettsia spp., todos los cuales se encuentran en la familia Anaplasmataceae. Sin embargo, el término “ehrlichiosis” todavía se usa algunas veces para describir en líneas generales estas infecciones.

La ehrlichiosis monocítica canina es causada por Ehrlichia canis, que afecta predominantemente a los monocitos; aunque no se considera una zoonosis primaria, se ha descrito ocasionalmente la infección humana con este microorganismo. El patógeno estrechamente relacionado, E. chaffeensis, provoca ehrlichiosis monocítica humana en EE. UU., del cual se han descrito casos en seres humanos a lo largo del medio sudeste y centro de EE. UU.

Varios informes publicados de ehrlichiosis monocítica en gatos sugieren que puede producirse una infección felina, aunque con poca frecuencia. E. ewingii, que infecta principalmente los granulocitos de hospedadores sensibles, se ha aislado a partir de perros y personas en el sur, oeste y medio oeste de EE. UU. En 2009, un microorganismo idéntico o relacionado con E. muris (un patógeno de los roedores) se identificó como una causa de enfermedad en personas en el medio oeste superior; el papel de este agente parecido a E. muris (EML) se desconoce en la actualidad como posible patógeno de perros o gatos.

La cytauxzoonosis es una enfermedad infecciosa potencialmente mortal de los gatos domésticos causada por una infección por un parásito protozoario, el Cytauxzoon felis. Los gatos infectados suelen presentar depresión, letargo, anorexia y fiebre. Los hallazgos adicionales pueden incluir ictericia, linfadenopatía, hepatoesplenomegalia y disnea. El diagnóstico se realiza mediante la identificación de organismos Cytauxzoon en un frotis de sangre periférica o citología de tejidos infectados y mediante PCR.
El tratamiento incluye azitromicina más atovacuona y cuidados de apoyo.

Etiología de la cytauxzoonosis en gatos

Cytauxzoon felis, un parásito apicomplejo, se transmite a los gatos domésticos, principalmente por la garrapata Amblyomma americanum. Se ha informado de la transmisión de C. felis por la garrapata Dermacentor variabilis en gatos en condiciones experimentales. 

Ciclo de vida y patogenia de la cytauxzoonosis en gatos

Después de la transmisión de C. felis de una garrapata al gato, los esporozoítos infectan a los macrófagos
y sufren esquizogonia (reproducción asexual) para formar esquizontes. Los esquizontes se detectan con mayor frecuencia en los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado, los pulmones y la médula ósea, pero se han documentado en muchos órganos y ocasionalmente se observan en frotis de sangre. Los esquizontes forman “trombos parasitarios” que ocluyen los vasos sanguíneos y provocan isquemia generalizada, necrosis tisular y muerte.

Cuando los esquizontes se rompen, liberan piroplasmas (merozoítos) que infectan los eritrocitos.
Los piroplasmas en los eritrocitos son inocuos. Durante la infección aguda, la detección de piroplasmas
en los eritrocitos en el frotis de sangre es variable y se ha correlacionado con un aumento de la temperatura corporal y una disminución de los leucocitos. Los gatos que sobreviven a la cytauxzoonosis aguda permanecen crónicamente parasitados y clínicamente asintomáticos. Se ha demostrado que varios supervivientes de la fase aguda son sólidamente inmunes a infecciones posteriores.

Hallazgos clínicos y lesiones de la cytauxzoonosis en gatos

La aparición de signos clínicos en gatos infectados con C. felis, ocurren generalmente entre 5 y 14 días
(10 en promedio), después de la infección por transmisión de garrapatas, se ha documentado que sucede tan pronto como > 36 a 48 horas después de la infestación. Los signos inespecíficos como depresión, letargo y anorexia son los problemas que se presentan con mayor frecuencia. La fiebre y la deshidratación son los hallazgos más comunes en el examen físico; la temperatura corporal puede aumentar hasta 41 °C. Otros hallazgos incluyen ictericia, linfadenomegalia y hepatoesplenomegalia. En casos extremos, los gatos suelen sufrir hipotermia, disnea y vocalizan como si sintieran dolor.

Sin tratamiento, la muerte suele ocurrir entre 2 y 3 días después del pico de temperatura. Los hallazgos de la necropsia incluyen esplenomegalia, hepatomegalia, ganglios linfáticos agrandados, edema renal, edema/congestión/petequias de la superficie serosa pulmonar, distensión venosa progresiva y, a menudo, hidropericardio con petequias epicárdicas.

Diagnóstico de cytauxzoonosis en gatos

Las anomalías más comunes en el hemograma completo en animales con cytauxzoonosis, incluyen leucopenia con neutrófilos tóxicos y trombocitopenia con anemia normocítica y normocrómica que se observa en etapas posteriores. Las anomalías bioquímicas más comunes son la hiperbilirrubinemia y la hipoalbuminemia, pero pueden variar según los sistemas de órganos afectados por la trombosis parasitaria y la isquemia con necrosis tisular. Otras anomalías detectadas de manera menos consistente incluyen aumento de las concentraciones de enzimas hepáticas y azotemia.

Tratamiento y recuperación de la cytauxzoonosis en gatos

• Terapia combinada con atovacuona (15 mg/kg, VO, tres veces al día) y azitromicina (10 mg/kg, VO,
una vez al día) durante 10 días.
• Atención de apoyo, incluidos líquidos intravenosos y apoyo nutricional.

Se recomienda el tratamiento combinado con atovacuona (15 mg/kg, VO, tres veces al día durante 10 días)
y azitromicina (10 mg/kg/día, VO, durante 10 días). La atovacuona está disponible en forma de cápsulas
a través de farmacias de compuestos veterinarios y en forma líquida en algunas farmacias humanas
y veterinarias de forma limitada. El tratamiento debe iniciarse lo más rápido posible; en áreas endémicas
de C. felis, se puede considerar almacenar atovacuona compuesta para la dosificación inicial.

También se deben instaurar medidas de apoyo con fluidoterapia intravenosa y heparina (100 a 200 U/kg, SC, tres veces al día). Se recomienda el apoyo nutricional a través de una sonda de alimentación esofágica
o nasoesofágica, que también facilita la administración de medicamentos orales (por ejemplo, atovacuona
y azitromicina). Se deben administrar oxigenoterapia y transfusiones de sangre según sea necesario.
Es posible que se requieran medicamentos antiinflamatorios en casos de fiebre persistente. Sin embargo,
el uso de AINEs está contraindicado en gatos con azotemia o deshidratación.

Una vez que se logra un diagnóstico y se han comenzado los tratamientos, se recomienda un mínimo
de estrés y manipulación. Puede ser útil proporcionar un ambiente tranquilo/oscuro dentro de la jaula.

La recuperación, incluida la resolución de la fiebre, suele ser lenta y puede tardar entre cinco y siete días.
Los gatos que sobreviven tienen una recuperación clínica completa, incluida la resolución de las anomalías hematológicas y bioquímicas en 2 a 3 semanas. Algunos gatos recuperados permanecen infectados persistentemente con piroplasmas y pueden representar un reservorio de infección.

Prevención de la cytauxzoonosis en gatos

Se recomienda el uso rutinario de un preventivo contra garrapatas para prevenir la cytauxzoonosis.
Sin embargo, se ha producido enfermedad en gatos a pesar del uso exclusivo de agentes tópicos.
Dos enfoques acaricidas han mostrado resultados prometedores para la prevención de la infección por C. felis por garrapatas. La exclusión de los gatos de áreas que probablemente estén infestadas con la garrapata vectora (es decir, solo en interiores) todavía se considera el mejor método de prevención. 

Etiología, epidemiología y transmisión de la hepatozoonosis en perros

La hepatozoonosis es una enfermedad transmitida por garrapatas de cánidos domésticos y silvestres, causada por el agente protozoario Hepatozoon canis. El organismo es transmitido por la garrapata Rhipicephalus sanguineus.

H. canis se encuentra en muchas regiones del mundo, incluidas Asia, África, las islas del Caribe, Europa
y América del Sur.

El modo de transmisión de la hepatozoonosis no es típico en el sentido clásico de una enfermedad transmitida por garrapatas. Al igual que otras especies del género, las infecciones por H. canis ocurren cuando los huéspedes caninos ingieren las garrapatas infectadas, el huésped definitivo. Los esporozoítos liberados por los ooquistes maduros en el hemocele de las garrapatas ingresan al huésped canino a través del intestino. Los perros también pueden desarrollarla después de comer huéspedes paraténicos (de transporte) que contienen cistozoitos, una etapa de reposo enquistada dentro de los tejidos.

En general, los perros inmunocompetentes parecen tolerar muy bien la infección por H. canis. Aunque
se han informado infecciones potencialmente mortales, los signos clínicos asociados con la infección
por H. canis suelen ser subclínicos o leves.

Hallazgos clínicos de hepatozoonosis en perros

Las etapas del tejido de H. canis residen en la médula ósea, los ganglios linfáticos y el bazo. En perros
con enfermedad manifiesta, se pueden observar signos clínicos inespecíficos que incluyen fiebre, letargo, depresión y anemia.

Las fases tisulares inducen inflamación piogranulomatosa, que produce signos clínicos que incluyen fiebre, depresión, pérdida de peso, mala condición corporal, atrofia muscular, dolor y debilidad. Es común la secreción ocular mucopurulenta y, ocasionalmente, se presenta diarrea con sangre. La fiebre, que puede fluctuar con los aumentos y disminuciones de los signos clínicos, oscila entre 39.3 °C y 41 °C y no responde
a los antibióticos. Muchos perros mantienen un apetito normal si se les coloca la comida directamente delante de ellos, pero a menudo no se mueven para comer, aparentemente debido al dolor intenso.
La hiperestesia, presumiblemente debida a una inflamación grave dentro del músculo y, a veces, a lo largo del hueso, se manifiesta como rigidez y renuencia a moverse, así como rigidez cervical y/o troncal.
Las secuelas a largo plazo incluyen glomerulonefritis y amiloidosis.

Diagnóstico de hepatozoonosis en perros

Los antecedentes del paciente de exposición a garrapatas y viajes son factores importantes para considerar al formular un diagnóstico potencial de hepatozoonosis canina, junto con el examen clínico y las pruebas de laboratorio. La anomalía más común en los análisis de sangre en perros infectados con H. canis es la anemia. Las anomalías de la química sérica pueden incluir aumento de las actividades de CK y fosfatasa alcalina (AP), así como hipoproteinemia con hiperglobulinemia policlonal e hipoalbuminemia. La parasitemia en perros con infección clínica por H. canis suele ser bastante alta y el diagnóstico se puede lograr fácilmente mediante examen microscópico de extensiones de sangre teñidas de tipo Romanowsky, con el fin de visualizar leucocitos que contienen parásitos o mediante PCR para detectar ADN del parásito en sangre periférica.
Se han informado post mortem hepatitis, neumonía y glomerulonefritis asociadas con etapas tisulares
de H. canis en algunos animales con parasitemia extremadamente alta.

No se han desarrollado ensayos serológicos disponibles comercialmente para detectar la infección 
por hepatozoonosis canina. Los métodos de PCR que detectan Hepatozoon spp., circulantes están disponibles a través de varias instituciones académicas.

Tratamiento de la hepatozoonosis en perros

• Terapia antiprotozoaria.
• Cuidados de apoyo.
• Productos para el control de garrapatas.

La hepatozoonosis generalmente se considera una infección de por vida en los perros. Ningún régimen terapéutico conocido elimina completamente los organismos de los animales. Las infecciones por H. canis
se tratan con dipropionato de imidocarb, dos veces al mes, a razón de 5 a 6 mg/kg, SC, hasta que el parásito ya no sea evidente en los frotis de sangre durante 2 a 3 meses consecutivos. El pronóstico, a menudo, depende del grado de parasitemia. Los perros con parasitemia baja suelen responder bien al tratamiento, mientras que aquellos con parasitemia alta pueden no hacerlo, especialmente si padecen enfermedades concurrentes.

Los AINEs pueden ser el mejor tratamiento para controlar la fiebre y el dolor, especialmente durante
los primeros días de la terapia con TCP o ponazuril. Debe evitarse la administración de glucocorticoides porque, aunque los esteroides pueden proporcionar un alivio temporal, su uso prolongado puede exacerbar la enfermedad.

Prevenir el acceso a las garrapatas son las formas más efectivas de control de la hepatozoonosis. Además, los perros diagnosticados con hepatozoonosis no deben criarse porque se ha documentado la transmisión transplacentaria de H. canis. No se conoce ningún riesgo zoonótico con la hepatozoonosis.